De entre las artes de pesca tradicionales empleadas en el LEVANTE ALMERIENSE, la más original es sin duda la almadraba. Un laberinto de redes que se utiliza, desde tiempos prerromanos, para interceptar el paso de los ATUNES. Una vez atrapados en la intricada red de redes, los enormes peces luchan por su vida con los experimentados brazos de los pescadores de la zona. La tarea adquiere tintes heroicos en San Miguel de Cabo de Gata donde hay aque añadir a las dificultades propias de la labor marinera, las impuestas por el caprichoso viento de Poniente, así como las restricciones de trabajar dentro de un Parque natural y una reserva marina.
Pero la almadraba no es la única arte de pesca tradicional propia de la zona. A cada estirpe le corresponde la suya. La pesca artesanal se practica en todo el mundo y con frecuencia es transmitida de generación en generación, dentro de las familias de pescadores. Ramón Aguado, el Gato, aprendió de su padre, y su padre de su abuelo, y así sucesivamente. Empezó a trabajar en la mar con 12 años y cuenta ya 50. «Hoy no se podría empezar tan joven», asegura, «por fortuna». El Gato tiene dos hijos. «Ella ha acabado la carrera de medicina y él está haciendo Náutica», según explica orgulloso. Puede que el segundo siga sus pasos en la mar.
Ramón Aguado forma parte de una estirpe de marineros, los palangreros de Carboneras, conocidos en todo el Mediterráneo por recorrer las costas de medio mundo, siguiendo la dirección del ATÚN”. «El palangre es un arte sacrificado«, explica El Gato. «Salimos a las tres o las cuatro de la tarde y calamos a unas 30 o 40 millas, nos ponemos a tirar a las cuatro o las cinco de la madrugada y estamos recogiendo unas diez horas». El trabajo se extiende tantos días como sea necesario. «No volvemos hasta que tenemos la bancada bien llena», lo que supone entre cinco y siete días faenando, dependiendo de los caladeros.
Los palangreros de Carboneras pescan, principalmente, pez espada y atún rojo. Ramón Aguado asegura que el ATÚN supone el 60% de las capturas. Tradicionalmente, la temporada del atún comenzaba a principios de mayo y se extendía hasta finales de agosto, mediados de septiembre. Cuando la pesca era libre, podían capturar unos 42 pescados de 200 kilos en un día, unas 65 toneladas por campaña. «Ahora tenemos unas cinco toneladas de cuota y unos gastos muy altos, así que no nos es rentable salir a faenar y decidimos alquilarles la cuota de atún a los almadraberos y dedicarnos a otras especies», sostiene El Gato.
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