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Pesca de cerco para capturar caballa en el Levante Almeriense

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Vicente González, patrón de una embarcación, se dedica a la pesca de cerco en el LEVANTE ALMERIENSE. Marinero de vocación, a los catorce años empezó a trabajar en la mar. Criado en el LEVANTE ALMERIENSE, Vicente jugaba junto a su hermano, “cada tarde, en la orilla de la playa en los Cocones”. Ahí nació su relación con la mar, y siendo muy joven ya adquirió su propio barco.

El patrón Vicente González

Su primera experiencia en la mar fue en “un barco de cerco y luego en uno de arrastre, me gustó y decidí comprarme un barquillo, me puse por mi cuenta y aquí estamos”, nos comenta Vicente. Desde su embarcación, este pescador del LEVANTE ALMERIENSE, practica “la pesca de cerco, que consiste en el trabajo que desarrollan dos barcos. Uno de ellos corresponde al bote de luz que atrae a los pescados y en el que está un marinero y otro al barco principal, que cuenta “con seis o siete personas”, explica.

El Barco de luces

“El arte de cerco es una red rectangular que lleva una relinga de corchos que se queda en la superficie del agua y por debajo posee una relinga de plomos que a veces llega hasta al suelo, y que tiene de largo 330 metros, y unos 70-80 metros de alto”, nos indica.

Reparando redes

Posteriormente se hace un círculo con el barco. “La relinga del plomo lleva un cabo que se le llama jareta, que es corredora y va con una anilla, que es de lo que tienes que tirar de una punta y de otra cuando haces el círculo. Tiras de los dos extremos cierras el plomo, y al quedar cerrado el plomo, el corcho se queda en la superficie y se hace una bolsa. La bolsa la tienes que ir metiendo a bordo del barco, la vas reduciendo hasta que se queda una bolsa más pequeña donde se quedaría el pescado más armado para echarlo arriba en las cajas”, y en ésto consiste la pesca de cerco.

Sacando la caballa con el salabar

Cuando el pescado ya está a bordo, entra en acción la fuerza bruta de los marineros. “Para mover las capturas necesitamos muchas manos ya que no es fácil mover 3.000 o 4.000 kg , y a veces hay que estriarlo, separar el jurel de la CABALLA que a veces viene junto, o devolver alguna boga o algún jurel negro, pescados de poco valor comercial”, afirma Vicente.

Las jornadas de trabajo son nocturnas, “ya acostumbrados, salimos todos los días a las 21 horas pero la hora de vuelta depende… A veces tardas en pillar y otras ya estás de vuelta a las 00.00 horas o a las ocho de la mañana…”, comenta Vicente.

Arte de cerco en el Levante AlmerienseLa CABALLA no tiene un gran valor comercial para los pescadores pero según Vicente “cuando pillas una cantidad muy grande se mantiene el precio para fábrica”. Además de esta especie , la tripulación también se dedica a la pesca del “jurel, la melva, el bonito, el espetón, la sardina, el boquerón…”. Y es que en el LEVANTE ALMERIENSE “hay mucha variedad de pescados”. En fechas de paso hay gran cantidad de “CABALLAS, bonito, melva, de septiembre a noviembre, cuando viene el pescado del revés de desovar en el Mediterráneo”, afirma.

En cuanto a su futuro en la mar, Vicente González asegura que pretende “seguir hasta que me jubile, pero el tiempo lo dirá…”. Afirma que le gustaría que se continuara con la tradición de la pesca “pero la cosa está muy complicada, a veces a uno le dan ganas de venderlo todo, pero por lo menos esto es un puesto trabajo…”. A pesar de “las complicaciones con los administraciones que cada vez impone nmás reglamentos, me gusta estar aquí, todos los días, en la playa, en la costa, y es que ser pescador, si te gusta, es un oficio que se lleva bien”.

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